Adrián González

Nació en la Ciudad de México a finales de los años ochenta, aunque, por alguna razón absurda que solo sus padres entenderían, lo registraron en el Estado de México. No sabe exactamente cuándo ocurrió, pero desde niño Adrián sospechó que tal vez vino al mundo con el software defectuoso. Siempre se entregó con intensidad casi obsesiva a todo lo que hacía, y en el camino, se descompuso un poco más. Dibujante desde los ocho años, músico por herencia familiar, lector ecléctico de clásicos literarios —desde los griegos hasta el siglo XIX—, historia y filosofía. Aficionado al doblaje mexicano de antaño. Paciente frecuente de un asilo mental (quizá en el futuro, quién sabe).

Egresado de Diseño Gráfico en 2014, inició su trayectoria musical en 2008, tocando con sus propios grupos en una banda de covers de rock de los años cincuenta, blues, country y géneros afines. Más tarde, se unió al grupo de rock fundado por su padre y sus tíos en los años setenta. Desde 2019, colabora de manera intermitente con la Asociación Nacional de Actores para la página Doblaje Wiki, buscando enriquecer el acervo histórico de los actores de la época dorada del doblaje en México, junto a Salvador Nájar, historiador y actor de doblaje con más de cincuenta años de experiencia, conocido por su obra El Doblaje de Voz, que narra la historia del doblaje en México. Autor de la columna “Historias del Doblaje”, publicada entre 2017 y 2018 en la hoy extinta web Caricaturas para Usar.

Actualmente, comparte su obra gráfica y escritos en la página de Facebook Hades, dios del inframundo (https://www.facebook.com/profile.php?id=61568250762200), en un intento por hacer algo con su vida. La idea de escribir Cruzamos Estigia surgió en 2024, cuando Diego, un amigo de la secundaria a quien no veía en años, le sugirió relatar sus vivencias escolares. Su gusto por el anime, lo mítico, lo épico y lo mitológico —que lo cautivó desde niño— definió el tono de la obra. No sin un toque de esquizofrenia paranoide, claro, heredada de sus padres, aficionados al new age y los fenómenos paranormales.

Hoy ya no es tan weeb como en su adolescencia, pero da igual: el daño está hecho. Aunque esta automitologización ególatra no es nueva, desde los nueve años Adrián creaba historias donde él era el protagonista de toda clase de aventuras, inspiradas en los animes de moda en aquellos años noventa. Esas historias evolucionaron con los años, con Adrián como héroe en diferentes formas y sus grupos de amigos de cada año escolar como co-protagonistas, hasta que descubrir a los Beatles y el canon del rock en inglés lo llevó a abandonar sus pretensiones de escritor.

Sin embargo, la sugerencia de escribir Cruzamos Estigia lo trajo de vuelta. En realidad, siempre le interesó más el diseño de personajes y la ilustración que leer o redactar, para ser sinceros. Ahora intenta retomar esa veta, influido también por los antecedentes literarios, periodísticos y otros relacionados con las letras en su familia. No se puede escapar de una familia muégano, después de todo. Esperemos que para su próxima obra conserve un poco de cordura. O tal vez no. En este mundo, a veces hay que preguntarse quién le llama loco a quién.